Se trata de una operación de envergadura que puede cambiar, por completo, las reglas de las redes sociales, y la vuelta de pesos pesados.
No sin razón, se afirma que Elon Musk es, o al menos aparenta ser, el hombre más rico del mundo, aunque eso es algo que necesita de algo más que un indicio. Recientemente hemos sido testigos, a través de los medios de comunicación, de la adquisición de Twitter, una de las redes sociales más importantes que existen al día de hoy. Elon afirma que Twitter es “la plaza del pueblo”, uno de los lugares más frecuentados por las personas de todo el mundo con acceso a internet. Todo por unos 44 mil millones de dólares a través de una operación financiera sin precedentes que marcará un antes y un después en la era de las redes sociales, sin duda.

Se podría llegar a pensar que Twitter no es un negocio lo suficientemente atractivo. Actualmente dispone de más de 217 millones de usuarios diarios, por debajo de Facebook (la red social, esta sí, más grande del mundo), Instagram, TickTok o Snapchat. Pero tiene un potencial increíble y una capacidad espectacular de llegar a todos los lugares del mundo, muy por encima de las otras redes sociales: piénsese, por ejemplo en Donald Trump cuando utilizaba Twitter (expulsado de la red social, y muy posiblemente rehabilitado en el corto plazo). Nunca una red social tuvo tanto poder sobre las personas.
Las palabras del señor Musk han marcado a la audiencia de moro considerable. Afirmó que la adquisición de Twitter no tiene motivaciones estrictamente económicas (afirmar lo contrario seria pecar de ingenuos, conociendo la trayectoria del magnate), por mucho que se quiera afirmar lo contrario. Lo cierto es que las intenciones del señor Musk es hacer de esta red social una plataforma pública que genere confianza y sea verdaderamente inclusiva. Nobles intenciones, pero la realidad es tozuda, y la historia nos ha demostrado que tras las hermosas palabras de un magnate de sus características, siempre se esconde algo más que no tardaremos en descubrir. Algunos temen que este cambio sirva para implementar más control real sobre los usuarios a cambio de una supuesta libertad de expresión.
No es ajeno a los usuarios de esa red social que se han impuesto normas de moderación de contenidos publicados que algunos han tildado de auténtica censura contra lo políticamente correcto. No tenemos que olvidar que, no hace más de diez años, los ejecutivos de Twitter bautizaron la red social como un baluarte de la libertad de expresión… ni más ni menos ¿quién lo diría pocos años después?. Sí, sí, es cierto, échale un vistazo a este enlace. La aparición de Donald Trump, la pandemia Covid, y la inmensa cantidad de información tóxica esparcida durante estos años, han hecho que Twitter (y la mayoría de las redes sociales conocidas, todo sea dicho) haya impuesto límites a la libertad de expresión. Al parecer, la ponzoña de la política, que todo lo envenena, ha sido la culpable.
Todos recordamos, los medios de comunicación se encargaron de ello, el motín del Capitolio en enero de 2021. Como consecuencia de los hechos acaecidos, el aun Presidente de los EEUU (nada más y nada menos), Donald Trump, fue vetado en Twitter. Pero lo más sorprendente es que, como si de un movimiento perfectamente orquestado se tratara, las otras redes sociales (Facebook, Youtube, etc.) siguieron sus pasos.
Desde entonces, Twitter empezó a ejercer unos mecanismos de moderación de contenidos que muchos han denunciado como auténtica censura, etiquetando y bloqueando todo aquello que consideraba desinformación respecto a diferentes temas de relevancia, como el Covid y, hoy en día, respecto de la guerra de Ucrania, por poner solo unos ejemplos. Solo en el primer semestre de 2021, Twitter retiró, aproximadamente, 5,9 millones de tweets o piezas de contenido, frente a los 1,9 millones de dos años atrás; en el mismo periodo, cerca de 1,2 millones de cuentas fueron suspendidas, frente a las 700.000 de dos años atrás.
Lo cierto es que las redes sociales de influencia están en el punto de mira de los diferentes gobiernos del mundo por su poder, y por su forma de hacer llegar (y silenciar) determinados mensajes a la sociedad. De hecho, Donald Trump fue muy duro con este tipo de actuaciones al referirse a Twitter y a los gigantes de Silicon Valley: “Tienen el poder no controlado de censurar, editar, ocultar o modificar cualquier forma de comunicación entre los individuos y las grandes audiencias pública s”. Todo apunta a que las redes sociales, tal y como las conocemos, pueden llegar a convertirse en una herramienta de control social muy poderosa; algo que los gobiernos de todo el mundo no van a dejar pasar por alto fácilmente… Imagínese una plataforma capaz de generar una línea de pensamiento determinado, de filtrar disidencias respecto a determinados temas, de controlar el pensamiento de millones de personas en todo el mundo.
En un intento de apuntalar su nueva operación, el Sr. Musk ha afirmado que publicará el código de Twitter, incluido su algoritmo de recomendación. Sin embargo, se desconoce aun si, en caso de hacerlo, se publicará el verdadero código y el verdadero algoritmo, y no una copia debilitada, elaborada al efecto, que será lo más probable. En términos de control (y aquí está el meollo del asunto), el Sr. Musk propone autenticar a todos los usuarios con el propósito de reducir la interacción tóxica anónima en la red social, así como a los bots; de igual forma afirma que reducirá la publicidad (que, todo sea dicho, permite que Twitter sea rentable en términos económicos), centrándose más en los contenidos.
Sin duda, la música parece que suena bien, pero si uno lo escucha detenidamente las notas de ese “canto de sirenas” podrá advertir que una estrategia así obligará a los usuarios a identificarse, lo que facilitará el control de las publicaciones y, en última instancia, del as personas, sus pensamientos y manifestaciones. Pudiera parecer correcto y acertado, y de hecho sería lo ideal en un mundo ideal, pero lo cierto es que el toque de “privacidad” o “anonimato” (entre comillas, todo sea dicho) que tiene Twitter actualmente es lo que le da ese toque especial entre los usuarios. Los usuarios valoran ese toque de privacidad o anonimato, y de hecho intervienen en las redes sociales gracias a ello. Nadie quiere redes sociales que ejerzan un pseudo control disfrazado de libertad de expresión de forma que acaben convirtiéndose una especie de herramienta de control social.
Es innegable que existe cierto escepticismo en relación con las intenciones del Musk con Twitter. Sus palabras evocan un idealismo que, en la práctica, es imposible de llevar a cabo. En la vida real se impone el factor económico, el negocio, sobre los ideales, y así se ha podido comprobar en otras iniciativas de Musk anteriormente, SpaceX, PayPal o Tesla son solo unos pocos ejemplos. No obstante lo anterior, la utilización de las emociones siempre ha sido una herramienta efectiva para imponer cambios en la sociedad, y en Twitter no va a ser diferente.
Parece, según se desprende de las intenciones del señor Musk, que el problema de la moderación de contenidos en Twitter podría ser resuelto con la automatización, es decir, con la utilización de algoritmos. En otras iniciativas anteriores así ha sucedido. Piénsese, por ejemplo, en Tesla, cuyos procesos de fabricación son altamente automatizados. En este terreno jugará un papel esencial la IA (Inteligencia Artificial), aunque las máquinas no suelen ser hábiles para diferenciar el humor, el contexto o la ironía de las conversaciones; para completar la labor de el señor Mask necesitará el factor humano, sin el cual no se podría construir eficientemente un mecanismo moderador de calidad.
El señor Musk ha admitido la posibilidad, real, de admitir a los usuarios de Twitter que han sido bloqueados anteriormente (Donald Trump sería un firme candidato). Estas manifestaciones han molestado, especialmente, a los políticos de izquierda o progresistas, lo que demuestra el interés que suscita a las fuerzas políticas el control de las redes sociales. Una encuesta reciente en Estados Unidos de YouGov encontró que mientras que el 54% de los republicanos pensaban que la compra de Mr. Musk de Twitter sería buena para la sociedad, solo el 7% de los demócratas estuvo de acuerdo.
Es innegable que la plataforma social de Twitter tiene una inclinación hacia la política de izquierdas, incluso en los estándares de tecnología. No olvidemos que fue la primera red social en censurar al señor Trump, agregando etiquetas a sus tuits, tachándolos de inexactos, antes de que otras redes lo imitaran. Si esta tendencia política cambia durante el reinado del señor Musk, es muy posible que algunos empleados de la red social abandonen la firma. Esto sería positivo en términos de limpieza, y es muy probable que se produzca una reducción de personal y un ahorro de costes.
Queda por ver cuál será la reacción real de los usuarios al disponer de un enfoque menos estricto en la moderación de contenidos. En el campo de la política ya parece que este nuevo paradigma está teniendo sus efectos. Como se desprende del gráfico anterior, los políticos conservadores están ganando seguidores, mientras que los progresistas los están empezando a perder. La libertad de expresión se ha convertido en la bandera de este nuevo cambio, cuyo límite será la legislación vigente. Esto podría ir en contra de los intereses promulgados por las agendas globalistas actuales: racismo, género, medio ambiente, etc, ya que no existe la misma legislación en todos los países. Sin duda, el señor Musk deberá esforzarse para mantener un equilibrio lo más justo posible en Twitter.
Como estrategia de negocio podría dar la vuelta a las redes sociales, como si de un calcetín se tratara. Imaginemos por un momento la vuelta a Twitter de Trump, siendo noticia todos los días, mientras que las otras plataformas sociales sucumbirían en el lago del aburrimiento mediático asistiendo cada día a un evento más en Twitter. Me temo que la compra del Twitter por el señor Musk no ha hecho más que desencadenar una feroz guerra entre las plataformas sociales más importantes.
Pero las aspiraciones del Sr. Musk no son, en la práctica, nada fáciles de llevar a cabo. Es preciso tener en cuenta que Twitter necesita de otras compañías para funcionar dentro del mundo de la tecnología. Por ejemplo, su aplicación móvil se distribuye a través de las tiendas de aplicaciones de Apple y Google, y no hay que olvidar que ambas tiendas expulsaron la aplicación de la red social de Parler después del motín al Capitolio de EEUU; lo mismo ocurrió en la web cuando Amazon expulsó a Parler de su plataforma de alojamiento web después de contrastar publicaciones que fomentaban la violencia y violaban sus términos de servicio.
A lo anterior hay que añadir, como ya se apuntaba anteriormente, que los diferentes gobiernos del mundo están legislando en relación con el funcionamiento de las redes sociales, y los contenidos que publican. La aparición de Musk en el tablero de las redes sociales puede incentivar la aparición de legislación restrictiva que la coarten, limiten o restrinjan de algún modo.
Twitter recibió 43.000 solicitudes para eliminar contenido en base a leyes locales en el primer semestre de 2021, más del doble que hace dos años. Para ser precisos, de conformidad con su informe de transparencia, Twitter recibió 43.387 solicitudes amparadas por la ley que involucraban a 196.878 cuentas, lo que representa el mayor aumento en las solicitudes de eliminación de contenido y en las cuentas reportadas dentro de un periodo de seis meses desde 2012.
Lo que ocurra con Twitter a partir de ahora dependerá en gran parte de la dirección que el señor Musk decida darle. También es cierto, no hay que pecar de ingenuos, que en esta operación puede esconderse un conflicto de intereses de mayor envergadura. No hay que olvidar que la empresa Tesla tiene mucho interés en expandirse en un mercado tan poderoso como el chino, y la adquisición de Twitter puede facilitarle las cosas en ese mercado
A pesar de las dudas e incertidumbres que genera la operación, hay que considerar las palabras del señor Musk, que insiste en que, como propietario de la plataforma, será imparcial, y que espera que incluso sus peores críticos permanezcan en Twitter en aras a la libertad de expresión
Pero lo cierto es que, en estos días, hay un asunto que ha suscitado una expectación cada día más creciente, la vuelta de Donald Trump a Twitter: